miércoles, 2 de marzo de 2016

Arepa caliente para sudar la fiebre


En una ocasión, llegué a casa con un malestar en todo el cuerpo, tan pronto entré me lancé en mi cama y me que quedé dormida, cuando mi mamá llegó y me vio, se dio cuenta que estaba muy caliente, y que estaba arropaba hasta el cuello con una cobija gruesa. En seguida corrió a la cajita de medicamentos buscando una pastilla para darme, y creo recordar que quería darme algo como un té para calentarme, pero no había ni una manzanilla en la despensa, así que me tomé un acetaminofen con agua. Pero los escalofríos no cesaban y ella insistía en buscar algo caliente. En ese punto, se dispuso a hacer la cena.

Cuando haces una arepa en una sartén y la cocinas todo el tiempo a fuego medio y tapada, se concentra más el calor en el interior de la arepa, debe ser por el efecto del vapor del agua de la masa, y la concha queda muy suave, esta forma de cocinarla la recomiendo para cuando los niños están mudando los dientes o las personas mayores ya les cuesta morder. Esta cocción también concentra mucho el calor dentro de la arepa y si la envuelves en papel de aluminio se conserva suave y caliente mucho rato.

Esa noche mi mamá me llevó a la cama una arepa de estas, bien gordita y caliente, con un rebanada que queso blanco fresco, estaba humeante, pero tenía tanto frío, que solo la tomé y me la comí. Al terminarla, sentía aquel calor de la arepa extenderse desde mi estomago por todo mi cuerpo, y justo ahí empecé a sudar, era como si me había comido un sancocho en pleno mediodía junto a un fogón. Los pies se me calentaron, el pelo se me pegaba de la cara, la franela del pijama tuve que sacármela porque estaba húmeda. Al pasar media hora, ya estaba mejor, tomé un baño y me acosté a ver Tv. Mi mamá solo me dijo: “¿La pastilla te puso a sudar?” y le dije “No, estoy segura que fue esa arepa caliente la me curó la fiebre”.

viernes, 26 de febrero de 2016

Arepa frita con huecos


    Me encantan las arepas fritas, pero son un placer culposo, así que como una al año. Cuando era chiquita vivía con mi abuela,  y cuando le pedía una arepita ella optaba por hacerla frita porque era más rápido, y me la servía con un huevito frito y queso rallado. De estas arepas me encanta lo crujiente que quedan y lo mejor para mi era hacer un aro alrededor del huequito del centro hacerlo rodar por la yema del huevo y luego por el queso rallado... mmm. Y es que ese huequito queda doblemente tostadito, además también jugaba a que era mi anillo y cualquier fantasía de niña en la mesa, que claro terminaba con con la voz de mi abuela diciendo desde la cocina: -“Deje de jugar con la comida, y termínese la arepa”. Después siempre quedaban los bordes que también estaban tostados pero con menos diversión de la ruedita.

    Muchos años después,  ya siendo adulta y viviendo con mi mamá, le conté esta anécdota, y esa misma noche mi mamá hizo arepas fritas, pero estas arepas tenían la mayor carga de consentimiento y amor que podía darme mi mami, ella le hizo tres huecos a mi arepa, si señor ese día tuve tres rueditas,  aluciné!,  la vida era más que perfecta. No conforme con eso, y debido a la emoción causada en mí,  mi mami decide repetir la cena la noche siguiente, total había que aprovechar el caldero con el aceite para freír, y creo que mi mamá no podía creer lo feliz que me hizo la noche anterior con esa arepa con tres huecos me veía y se reía. Esa segunda noche lo plasmo en una arepa me hizo una arepa no solo tenia tres huecos: dos ojos, una nariz sino que además le puso una boca, era una carita feliz. Lo recuerdo y se me "aguan" los ojos de la emoción, ese día fui su niña chiquita, su consentida,  para pesar de mi hermana que solo le tocó un huequito, y eso porque la receta lo exige.

    Ahora soy una tía consentidora, y amo a mi pequeña muñeca, la verdad a ella no le gustan mucho los huequitos, pero bueno le encantan las arepas fritas que le hace la tía en forma de corazones, por supuesto con un huevito frito y un beso.

Arepa Frita

2 tazas de harina de maíz
2 1/2 tazas de agua
Sal al gusto
Aceite para freír

Mezcle todos los ingredientes hasta obtener una masa suave, separe en porciones dele forma redonda,  aplane y haga un huequito en el centro para que fluya el aceite, deje dorar, saque y escurra.

jueves, 25 de febrero de 2016

Arepa con queso blanco rallado

Debo confesar que siempre fui una detractora de una arepa solo con mantequilla y queso blanco rallado, para mi era como pensar en la arepa más pobre que pudieras llevar a tu mesa, la arepa de más bajo nivel. Recuerdo que en una época iba mucho con mi mamá a Maracay a visitar a mis padrinos. Mis padrinos son un ejemplo de trabajo y superación habían salido del mismo humilde lugar de mi mamá y con los años y mucho esfuerzo habían montado sus negocios habían logrado una posición acomodada, daban unas fiestas donde no faltaba comida, bebida y buenos momentos. Pero al llegar el desayuno, solo servían una arepa con mantequilla y queso rallado, y no es que no me gustara el queso, sino que nunca lo sentía protagonista de una arepa, siempre era el fiel acompañante de un perico, o unas caraoticas fritas o de cualquier otro relleno, pero nunca solo queso rallado. Ellos tenían una nevera llena de cosas deliciosas, habían viajado por el mundo probado mil sabores, y al desayuno solo te ofrecían una arepa con mantequilla y queso rallado. Llegué a asociarla con pobreza y con pichirrés.

Pero el destino me daría una lección valiosa. Tendría la oportunidad de hacer mi primer viaje fuera de mi patria querida. Fui a los Estados Unidos de Norteámerica, a Orlando, Florida, fue un viaje de 28 días. Estando allá el primer día fuimos al supermercado, y conseguimos rápidamente la harina de maíz precocida para que no nos faltarán nuestra apreciada arepitas, y si compramos huevos, salchichas, tocineta, y caraotas negras enlatadas, y queso... bueno unas rebanadas de algo amarillo que viene en un papelito plástico separadas. Pero no importa nos daríamos banquete cada mañana con ese arsenal de proteínas y grasas con nuestras arepas.

A la mañana siguiente, hicimos nuestras arepas, hasta compramos una sartén para que no hubiera errores. Y se hicieron los huevos revueltos, tocineta y salchichas fritas. Y a la hora de comer, todos destapaban aquel plástico que envolvía lo que era queso amarillo tipo americano. Al ponerlo sobre mi arepita realmente no sabía si había puesto el queso o el envoltorio, y no es que no lo conociera de antes, ya en mi casa lo habían comprado alguna vez, es solo que por costoso creo que ya nos estaba en nuestra lista, y ahora parecía de esos lujos que te podías dar en el norte. Pero yo veía todo en mi plato y solo pensaba en necesito mi queso rallado, aquellos huevos revueltos eran insípidos, el desborde de grasa en el plato, y yo solo pensaba en un tazón de queso rallado, quería quitarle aquella plasta derretida amarilla sobre mi arepa. Y recordaba a mi madrina contando que no iba a Estados Unidos sin su kilo de queso duro en la maleta. Y pensaba en aquella arepa que tanto había menospreciado, desbordando de mantequilla, y con mucho queso rallado que se ponía suave con el calor de la arepa y con ese balance perfecto de sal y acidez. Y en ese momento caí en cuenta que faltaban más de tres semanas para volver a mi hogar. Decidí no comer más nada que tuviera “queso”. No podía ser infiel a mi muy querido queso blanco duro rallado dentro de una arepa bien caliente.

Así fue, al retornar a Venezuela, llegamos a las 9 de la mañana y se olían desde afuera las arepas asadas tostándose, y ahí escuché la gran pregunta en mi mente:

-¿Con qué te vas a comer la arepa?, -Solo con mantequilla y queso rallado.

AAl morderla sabía que había regresado a casa.

Arepa Asada


Arepa Asada

2 tazas de harina de maíz
2 1/2 tazas de agua
Sal al gusto

"Mezcle todos los ingredientes hasta obtener una masa suave, separe en porciones dele forma redonda y aplane, colocar sobre un budare o sartén caliente hasta que dore de cada lado. Servir con el relleno de su preferencia". Algo así rezan los empaques de harina de maíz.

Pero si yo tuviera que enseñar a hacer la más simple arepa lo haría con un poco más de poesía, diría algo así como busca tu envase favorito donde puedas amasar cómodamente y llénala hasta un tercio de agua fresca, agrega sal y luego en forma de lluvia agrega el harina, mientras piensas en las personas que se van a comer tus arepitas en ese momento, sonríe y ve revolviendo con la otra mano para que no se empelote y continúa hasta que vaya tomando cuerpo, cuando esté espesa déjala reposar dos minutos luego amasa hasta que compacte un poco, debe quedar suave de modo que al aplastarla no se quiebre en los bordes. Para darle forma empieza haciendo una bolita bien uniforme luego dale forma de trompito y al final poco a poco la vas aplastando en la palma de tu mano y al colocarla en el budare engrasado piensas el nombre de quien se la va a comer.

Mi mami sabe que si es para mi debe ser muy delgadita para que solo quede la conchita tostada, pero si son para mis sobrinos pequeños deben ser gorditas para que tengan más masita. Y así es en cada familia, está el que la come desde blanquita y suavecita, hasta quien la prefiere bien tostada y grita: “deja que se queme la mía”...

miércoles, 11 de noviembre de 2015

Orgullo de Venezuela

Empezandito... 

  Un día leí una frase tan hermosa como cierta: “Yo no elegí nacer en Venezuela, solo tuve suerte”, y  me hace pensar el momento en que me he sentido más orgullosa de mis raíces, y no fue con una corona de belleza, ni con un reconocimiento deportivo o en cualquier rama profesional, la verdad fue en el momento en que leí que la arepa era nombrada el mejor desayuno del mundo! Y vi sobre mi mesa y ahí estaba ella: mi desayuno, mi arepita caliente, esperando para animarme el día, y en ese plato yo tenía el mejor desayuno del mundo, además hecha por mi de manera perfecta y en ese momento sentí que se honraba a cada venezolano que día a día hunde sus manos en una mezcla sencilla de maíz, agua y sal, y que mientras más cariño se le pone al amasado, más se llegará al punto perfecto de una arepa suave.

    Yo siempre me he rodeado de personas inspiradoras y debo confesarme ante ustedes lectora de un poco de todo aquello que traiga positivismo a mis días, como todo ser humano tengo altas y bajas, así que tengo un dicho que afloró en mi mente un día en que estaba en un mal momento y me disponía a superarlo, háganlo suyo

La vida es como una arepa, y  todo depende del relleno que le pongas!

    Y es que una arepa puede parecer siempre igual: “un pan de maiz blanco redondo y aplanado que puede ser hervido, asado o frito”,  pero es mucho más que esa definición, la verdad es que la puedes diferenciar, primero por sus formas porque en cada región se vive y se siente de forma diferente y en cada hogar la arepa toma la forma de cada palma de mano que la hace. Por sus rellenos: solo con mantequilla, queso, pelúa, catira, rumbera etc... y hasta le puedes encontrar un gusto diferente en como te la comas: rellena, picada, rebanada en dos o desmenuzando la masita.

    En este humilde blog, quiero plasmar pequeños relatos de mi vida que estuvieron influenciados por la presencia de una arepa, y dejar constancia de sus sabores, y de todo lo que conlleva una arepita más allá de una receta